Continuamos descendiendo con el Segura, las montañas han ido dejando paso a pequeñas colinas y campos interminables que se visten de tonos áridos. El camino transcurre alejado del cauce, que sólo encontramos a su llegada al pantano del Cenajo. En estas etapas de invierno hay silencio, paz, la naturaleza casi dormida nos deja tan solo el sonido del viento y de nuestras pisadas.









