Os dejo con unas imágenes de la ruta que puede hacerse en velero, desde Cabo de Palos hasta Cala Dorada, en el Parque Natural de Calblanque. Desde el puerto de Cabo de Palos, se va recorriendo un paisaje de acantilados, hasta llegar a las playas de arenas amarillas y aguas transparentes de Calblanque. Todo un espectáculo.
El pasado verano tuvimos la suerte de habitar una antigua casa de pescadores al borde de un acantilado. Recuerdo en las primeras noches una sensación de estar en mitad del océano, escuchando rugir el viento y las olas chocando. Casi podía sentir el movimiento del mar, como si estuviéramos en un barco. Por la ventana, sólo la vista del agua infinita y del horizonte. Y el regalo de ver el sol ponerse cada tarde, dejando recuerdos únicos en nuestra retina. Algunos de estos momentos, conseguí captarlos con la cámara para el recuerdo. Otros, los llevamos en la memoria por mucho tiempo espero.
Aunque las vacaciones ya quedaron lejos, no quería dejar de compartir un año más las fotografías acuáticas que he ido haciendo, sin duda uno de mis placeres más apreciados en los veranos.
Me sigo maravillando de las formas del agua, de los juegos de luz, del vaivén de las olas y las formas que crean en los cuerpos, que parecen merecerse en la inercia y la tranquilidad. Te dejo con unas imágenes que espero te transmitan calma, calidez y sosiego, siendo esta calma mi deseo para todos en este año próximo que está a punto de llegar.
Hace unas semanas aprovechábamos este verano que parece no acabar para visitar Agua Amarga, un pequeño pueblo de la costa almeriense con mucho encanto.
Desde allí hay una pequeña ruta hasta una cala paradisíaca, la Cala de Enmedio. Si hay lugares con encanto en Almería, son esas playas a las que solo puede accederse andando, y ésta es sin duda una de las más bonitas que he visitado.
Lo mejor, sus acantilados calizos con formas ondeantes que la erosión ha producido, dando lugar a un paisaje muy singular.
El alojamiento, como siempre que venimos por aquí, fue en miKasa, un pequeño hotel con un encanto singular, al que volvemos cada vez que tenemos la oportunidad.
Otro verano que acaba con ese sabor a mar que me trae cada agosto, con esas imágenes de agua, luz y sombras que disfruto tomando cada año. Estas son algunas de esas escenas bajo el mar, que transcurren en un instante, en un incesante movimiento en el que todo va cambiando y transformándose alrededor.
Un verano más, vuelvo a disfrutar de fotografiar esos momentos bajo el agua, llenos de escenas únicas e irrepetibles, cambiantes con cada movimiento del agua y de la luz. En ese baile de olas nos encontramos llenos de calma, como en mitad de una nada ingrávida.
Me quedo con estos recuerdos, a la espera de un nuevo agosto, en el que reencontrarnos con el mar.
Tan solo un pequeño paseo por las dunas fósiles y acantilados de Calblanque bastan para encontrar paisajes tan bellos como cambiantes. Cada visita a este parque natural es un encuentro con la naturaleza, y con las formas del viento, del agua y de la roca. Los colores de la tierra se abren paso por las grietas de la montaña, formando ríos que se lleva la erosión, mezclándose en los pies en forma de arena. Cada escena es única.
Hoy, con la lluvia de fondo y mirando de lejos el verano, recuerdo estos momentos flotando en el mismo mar de siempre, el de los agostos, el de la calma, el de las noches estrelladas. Nadando entre claroscuros, burbujas y rayos de sol.
Por la orillita del puerto de Cabo de Palos llegamos a este apacible y entrañable lugar que es Zeneta, con sus casas antiguas, sus puertas que casi tocan el mar, su pequeña playa de aguas tranquilas…un precioso lugar por el que adoro pasear y fotografiar cada detalle. Espero que te guste tanto como a mí.