El atardecer es uno de esos momentos que tanto nos gustan para fotografiar, pues la luz y los colores son algo realmente único. El paisaje, las personas y los objetos cambian bajo el baño esta luz dorada.
Tomar fotos del cielo al atardecer se convierte casi en un juego de velocidad, en el que la luz y las nubes cambiantes hacen que cada disparo sea diferente al otro. A veces contemplamos escenas de colores y nubes maravillosos que cuando vamos a fotografiar simplemente ya desaparecieron. Y por eso aquello del juego, que en mi caso me hace ir corriendo a la azotea, con ese atuendo de estar por casa-que no me pille ningún vecino, para intentar captar el baile de luces y nubes.
¿No te da la impresión de que el cielo pareciera estar derrumbándose sobre la ciudad?