Tan solo un pequeño paseo por las dunas fósiles y acantilados de Calblanque bastan para encontrar paisajes tan bellos como cambiantes. Cada visita a este parque natural es un encuentro con la naturaleza, y con las formas del viento, del agua y de la roca. Los colores de la tierra se abren paso por las grietas de la montaña, formando ríos que se lleva la erosión, mezclándose en los pies en forma de arena. Cada escena es única.














