
En Sidemen nos encontramos en el mismísimo corazón de Bali.
Carreteras interminables, aldeas diminutas, vidas humildes y mucha, mucha naturaleza.
Si Ubud era una zona tranquila, aquí parecía que el turismo ni existía. Nos impregnamos de sus silencios, de sus paisajes de montaña, de la inmensidad de sus bosques. Por supuesto templos y más templos que nos llevarían a las anécdotas más entrañables que recordaremos siempre de este viaje (que puedes ver aquí).
Pero si algo nos llevamos en el recuerdo fueron los encuentros con los vecinos del pueblo… cada día un encuentro se nos grababa en la memoria, con los niños en el trasiego del colegio, con la abuelita y sus nietos, con el tendero de telas, con los bailarines y sus ofrendas…
























